A mi fantasma...


Hay veces que quisiera ser fantasma… y colarme por tus oídos con una palabra dulce mientras duermes… y entrar en tus sueños… y hacerte sonreír.

Hay veces que quisiera ser fantasma… y aparecerme frente a ti por las mañanas, cuando aún no estás muy despierto. Que te talles los ojos y yo ya no esté… así… como pasa luego en las pelis…

Hay veces que quisiera ser fantasma… pero uno de esos molestos, y aparecerme frente a ti por todos lados: en la cocina, en la regadera, camino al trabajo, en el parque, y por supuesto en el bar, en la sonrisa de alguna chica a la que estés pensando coquetearle para conseguir un polvo.

Hay veces que quisiera ser fantasma… y navegar por tu vida en silencio… y que cuando por fín creas llevar una vida normal, con cualquier excusa aparecerme entre tu cigarro de la mañana y el café.

Ser un fantasma… uno callado… al que le hables antes de dormir cuando te sientas sólo en casa, y pienses que te estás volviendo loco por hablarle a un fantasma…

A veces quisiera ser fantasma… un fantasma que no se vaya nunca.
Uno al que nunca quieras dejar ir.
A veces quisiera que me busques en las estrellas… En las estrellas, ¿recuerdas?


A veces… sólo a veces… quisiera… ser algo más que éste poema… más que letras en un trozo de papel…
Y que no me guardes en un cajón bajo tu cama…
Y que me tengas presente en tu vida…

A veces quisiera ser fantasma… porque los fantasmas no se van, aunque los corras… porque los fantasmas viven dentro del alma, y los llevas  a donde vayas… porque los fantasmas forman parte de uno.


                                               Y yo, a veces…
                                                               tengo unas ganas locas de formar parte de ti…






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