HACER EL AMOR.



Y entonces, después de tantos fantasmas, tantas noches desperdiciadas vagando entre la tibieza de camas sin futuro,
apareció.
Y aprendí a hacer el amor.

Me enseñó a besar despacio, y a besar fuerte.

A hacer el amor en una sonrisa... hacer el amor con una mirada... hacer el amor en el café de la mañana, y en las canciones antes de dormir.

Y aprendí mucho más.
Que sí, que se puede hacer el amor en la cama, y en el sillón, y en el piso... Pero también se hace en un "buenos días" y en un "ve con cuidado"...


Y aprendí con él, que después de aprender a hacer el amor, el sexo se vuelve algo aparatosamente desastroso y deprimente cuando no lo haces con él... con el fantasma con el que aprendiste a hacer el amor...
En especial cuando ha sido un amor así de fuerte,
así de libre,
así de adictivo,
y así de malditamente único como fue con él...

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